La historia de la humanidad muestra cuan resiliente es la raza humana a los cambios y
tragedias que continuamente la azotan. Cómo cuando son fenómenos naturales como
huracanes, terremotos, tsunamis, erupciones de volcanes y otros desastres naturales, los
que ocasionan grandes pérdidas de vidas humanas y las asumimos como que es algo
inevitable y la vida debe seguir. Sin embargo, cuando se trata de guerras y pandemias, no
deja de ser irónico que el dolor que causan es provocado por el mismo hombre.
Entre 1914 y 1919 fue la Primera Guerra Mundial. Esta guerra produjo la pérdida de la
vida de aproximadamente 30 millones de personas, entre civiles y militares. Además, los
heridos graves rusos fueron 4 a 6 millones, los ingleses 3 millones, los franceses 5
millones, los alemanes 6 millones, los italianos 1,6 millones y los serbios 1,7 millones.
Al final de la guerra, una pandemia mundial de gripe, la llamada gripe española, dejó
decenas de millones de víctimas en Europa agravando el problema de los millones de
prisioneros en las cárceles, más de 10 millones de refugiados en toda Europa, millones de
viudas y huérfanos, desempleo, recesión económica y un costo de 180.000 millones de
dólares a los principales beligerantes; o sea, entre tres y cuatro veces el producto interno
bruto (PIB) de los países europeos, que acabaron arruinados. A pesar de todo este
sufrimiento, la humanidad se recuperó nuevamente.
Este año parece que el fin de la Pandemia se acerca: “Christopher J L Murray, quien dirige
el Instituto de Evaluación y Métricas de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington,
una de las referencias mundiales para observar las tendencias de la pandemia, publicó el
pasado 19 de enero un artículo en The Lancet, titulado: ‘Covid-19 seguirá, pero el fin de la
pandemia está cerca’…. De acuerdo con Murray, el virus no va a desaparecer de la faz de
la Tierra, pero lo más probable es que el COVID-19 se convierta en una afección
respiratoria probablemente estacional que pueda ser abordada a través de vacunación y
tratamientos, sin tener que llegar a las medidas extraordinarias que hemos aplicado en el
mundo en los pasados dos años.” (El Financiero 24 enero, 2022).
Esta noticia esperanzadora ocurre en un momento en que se desata una Guerra entre
Ucrania y Rusia y parece tan lejano como cuando oíamos hablar de Wuhan en China y las
primeras victimas del coronavirus. Así que por mas lejano que nos parezca, nos afecta de
alguna manera. Efectos inmediatos como el aumento del precio de la gasolina, gas e
hidrocarburos en general no es mas que el principio.
México, como casi la totalidad de países de la ONU, condenaron la agresión rusa, pero no
ha pasado de esta condena y Ucrania se encuentra sólo, enfrentando a una gran potencia
bélica como es Rusia. Esta desventaja militar es la pesadilla de los civiles ucranianos que
se niegan a aceptar al invasor y están peleando por su espacio y muchos civiles mueren
diariamente.
El efecto de repetir casi cronométricamente este patrón ocurrido hace cien años no deja
de ser abrumador. El hombre no aprende de sus tragedias, errores y ambiciones. Parece
que estamos en el preludio de un choque de fuerzas entre los países de la OTAN y Rusia y
sus aliados. Esperemos que la cordura permita las negociaciones y haya un cese al fuego
de inmediato.
Nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano que es el que está sufriendo en todo su terror
la agresión rusa. Sabemos que cualquier paso en falso desencadenaría una terrible guerra
entre potencias nucleares y tal vez sería el fin de la civilización que conocemos y que para
bien o para mal nos tocó vivir.
Armando Luna Zepeda